Eloy Gonzalo y la plaza de Cascorro

Espero que este post sea el primero de muchos, en los que iré contando curiosidades e historias de la ciudad de Madrid. Reconozco que, a pesar de haber nacido aquí, no conozco casi nada de la historia de mi ciudad, llena de curiosidades, personajes y rincones que suelen pasar desapercibidos para todos, pero que han dejado su impronta en Madrid. Para comenzar hablaré de la historia de Eloy Gonzalo y de donde viene el nombre de la "Plaza de Cascorro", y la estatua que en ella hay. Espero que os guste. Un saludo.

Biografía

La noche del 1 de Diciembre de 1868, en la puerta de la madrileña Inclusa de la calle Mesón de Paredes apareció abandonado un niño con una nota en la que se decía que había nacido aquel mismo día, que estaba sin bautizar, que era hijo legítimo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel, provincia de Valladolid, rogando se le pusiera el nombre de Eloy Gonzalo García. A los nueve días de su ingreso se lo llevó para criarlo Braulia Miguel, esposa del Guardia Civil Francisco Reyes.
Al cumplir los 2l años el joven Eloy fue filiado en el Regimiento de Dragones de Lusitania núm. 12, en el que fue Cabo. En 1895 fue condenado por un Consejo de Guerra a la pena de doce años de prisión militar mayor por el delito de "insubordinación" con la accesoria de cumplir en un Cuerpo de Disciplina el tiempo que le faltara para su empeño. Con arreglo al Real Decreto de 25 de agosto de 1895 que concedía la suspensión de las sentencias de los condenados por Tribunales militares destinándoseles a la campaña de Cuba, en noviembre del mismo año embarcó para la citada isla caribeña, siendo destinado al Regimiento de Infantería María Cristina núm. 63 en la Plaza de Puerto Príncipe.

El 22 de septiembre de 1896 una partida de unos tres mil insurrectos, al mando de Máximo Gómez y Calixto Garcçia, cercó la pequeña población de Cascorro, no lejos de Puerto Príncipe. La situación de los sitiados se hizo tan comprometida que la única solución era volar una casa ocupada por los insurrectos frente al principal Destacamento español. El soldado Eloy Gonzalo se presentó voluntario para tal acción, pidiendo ser atado con una cuerda al objeto de que si moría, que era lo más probable, su cuerpo pudiera ser arrastrado y rescatado para no quedar en poder de los insurrectos. Así, cargado con su fusil, atado su cuerpo con una soga, y una lata de petróleo, reptó hasta aquella casa, esparció el combustible, le prendió fuego y pudo regresar indemne a su posición, que fue liberada a los pocos días por una columna española al mando del General Adolfo Jiménez Castellanos.
Eloy Gonzalo tomó parte en más acciones militares, siendo condecorado con la Cruz de Plata al Mérito Militar, pensionada con 7,50 pesetas mensuales. Sin embargo, fallecería en el Hospital Militar de Matanzas a consecuencia de una enfermedad. Sus restos fueron repatriados y reposan en un mausoleo del Cementerio de la Almudena de Madrid junto a los de otros muertos durante los conflictos de Cuba y Filipinas.

El mito del héroe

La gesta de Eloy Gonzalo apenas tuvo relevancia militar en la guerra. Sin embargo, la figura del héroe de Cascorro se hizo muy popular en Madrid probablemente por su condición de expósito y por la necesidad de exaltar un rasgo de heroísmo individual en una guerra.
En el mismo año 1897 el Ayuntamiento de Madrid decidió homenajear a este héroe. Para ello, le dedicó una calle (la calle de Eloy Gonzalo) y levantó una estatua en el popular Rastro. La estatua fue esculpida por el escultor segoviano Aniceto Marinas e inaugurada en 1902 por el rey Alfonso XIII. Se trata de una estatua tremendamente descriptiva, que muestra a un soldado común, rifle al hombro, llevando una soga y una lata de petróleo. Más tarde, un acuerdo municipal del año 1913 bautizó esta plaza con el nombre de Nicolás Salmerón, nombre que conservó hasta que la popularidad del héroe dio paso a la denominación oficial de Plaza de Cascorro.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo, que máquina copiando de la wikipedia, jajajaja. no tienes estilo propio, y te limitas a copiar y pegar, que triste.....

El pachorra... un hombre tranquilo